viernes, 28 de julio de 2023

ULTRADERECHA, FASCISMO, DERECHA “ALT-RIGHT”



Ahora que en las elecciones generales se ha parado los pies a la ultraderecha, vendría bien saber algo más de este fenómeno de la alt-right o (derecha alternativa por “alternative right”). Hace unos días un periodista preguntaba a un sociólogo por qué tantos jóvenes votaban a Vox, un partido ultraderechista, reaccionario, retrógrado y casposo. Cosa que también sucede en Europa con los movimientos reaccionarios de Le Pen, Meloni, Zemmour, Salvini, Orbán, etc. Incluso en los países nórdicos, tan socialdemócratas y civilizados ellos. ¿Vuelve el fascismo?, ¿nunca se fue?, ¿se han olvidado las lecciones de la historia y Europa se ha vuelto nazi? Al enemigo hay que conocerlo bien para combatirlo y vendría bien saber de dónde viene y las causas de su éxito.

El periodista dijo que la razón es que esos jóvenes actúan como siempre, siendo rebeldes, inconformistas y desobedientes con el sistema, votando “a la contra” (algo parecido a los indignados del 15-M hace años). Pero el sociólogo dio una explicación distinta y sorprendente: esos jóvenes buscaban una identidad sólida en un mundo de identidades fragmentadas, cambiantes y líquidas (identidades de género, sexo, raza, cultura, religión, etc.). Ante esta multiplicidad y fragmentación de identidades interseccionadas, estos jóvenes buscarían la españolidad como identidad sólida, del mismo modo que sus homólogos europeos buscarían la “italianidad, francesidad alemanidad, hungaricidad, polonicidad”, etc. O sea, el occidentalismo y el Estado nación como refugio identitario. Esos votantes europeos reivindicarían la cultura occidental en un mundo de multiculturalidad inevitable porque, aunque Occidente ya no es el ombligo del mundo, mucha gente no acepta esta realidad. Como tampoco acepta la multipolaridad del nuevo orden mundial, otra realidad obvia.

Otra explicación plausible de este voto ultra sería el enfado y cabreo de los hombres blancos, heterosexuales, cristianos, conservadores y prooccidentales, que se sienten estigmatizados y culpabilizados por todos los males que aquejan el mundo: machismo, heteropatriarcado, capitalismo, colonialismo, expolio de recursos, degradación del planeta, etc. Este enfado occidental ultra iría en paralelo con la defensa de su identidad, porque los pueblos tienen ese inconsciente colectivo jungiano, esa memoria social y grupal, poso cultural y sedimento de tradiciones, usos y costumbres que pasaron de generación a generación. Esa identidad cultural entraría en competencia en el mercado de identidades atomizadas por clase social, raza, sexo, género, religión, etc.

Además, estos movimientos identitarios ultras serían una reacción contra la globalización, cuyas elites globalistas son el nuevo poder mundial, la nueva aristocracia, los nuevos señores feudales. Este nuevo poder global estaría en las grandes empresas tecnológicas (Big Tech), empresas farmacéuticas (Big Farm), fondos de inversión, empresas del complejo industrial-militar, banca y magnates que se reúnen en el Foro de Davos y el club Bilderberg. Ese es el poder actual, que actúa al margen de fronteras, identidades y culturas, el poder puro y duro de la plutocracia mundial, porque el dinero que manejan es superior al PIB de muchos estados. Y ante ese poder se rebelan estos soberanistas identitarios que pretenden recuperar su identidad tribal en los estados nación, su refugio del Occidente mitificado, su Arcadia idílica. Sería una lucha entre soberanistas identitarios contra globalistas de ese nuevo internacionalismo capitalista de plutocracia global. Así, este nuevo eje identitario-globalista podría sustituir al eje clásico derecha-izquierda. Estos soberanistas identitarios piensan que las decisiones se deben tomar en cada país, no en centros del poder global como Bruselas, Davos, Washington o la ONU, desde donde nos dicen como vivir y que estilo de vida adoptar (Agenda 2030). Les llaman antieuropeos, pero en realidad serían europeos de la Europa de las naciones. Y muchos de estos europeos serían los perdedores de la globalización, que ha originado deslocalización de empresas y desindustrialización, con el consiguiente empobrecimiento de la clase obrera. Esto explica que los votantes de Le Pen sean los obreros que antiguamente votaban a la izquierda y al PCF. Es extraño pasar del voto obrero a la izquierda al voto a la ultraderecha, lo cual iría en contra de sus intereses obreros, pero así es.

En el siglo XX el marxismo y su internacionalismo obrero pretendieron superar estos nacionalismos estatales con la identidad de clase o identidad obrera, pero no pudieron porque el Mono sapiens es un animal social que necesita raíces, una historia, un grupo del que formar parte y al que pertenezca, un pasado al que se sienta ligado y del que sea prolongación (el pasado no está muerto, que diría Faulkner). El ser humano busca certezas y seguridades y el mundo actual es inseguro e incierto. Los estados y naciones proporcionan esas certezas. También las religiones y culturas. Quizás sea que la identidad cultural y nacional pesa más que la identidad de clase. Por eso el socialista francés Jean Jaurés fracasó en su llamada a los obreros de los países enfrentados en la I GM para que no lucharan entre sí. Por eso de Gaulle decía, como buen jacobino, que un buen político debe tener sentido de Estado. Como todos los estadistas, supongo, porque quizás les preocupa más el sentido de Estado que la conciencia de clase (obrera).

Hay miedo por la llegada al poder de estos partidos ultras, pero el poder suaviza ideas maximalistas y tocar moqueta podría modular a estos partidos de ultraderecha, al igual que se normalizaron partidos de ultraizquierda (Podemos, Bildu) cuando el PSOE pactó con ellos (pactos con los que al principio no estaba de acuerdo parte del PSOE). Al igual que se normalizó en Europa la llegada al poder de Meloni: es lo que tiene tocar moqueta, que uno se hace pragmático y posibilista (como Bildu).


Vaya, llegamos al final de esta entrada fascista y no hemos hablado del fascismo primigenio y fetén, el de las camisas negras de Mussolini, camisas pardas de Hitler, camisas azules de José Antonio y nacionalcatolicismo de Franco. Bueno, no sé si queda algún friki fascista cafetero, pero el neofascismo actual acepta el sistema parlamentario y sus reglas. Ya si eso hablamos del huevo de la serpiente en otra entrada; o de si este “nuevo fascismo” es el brazo político del capitalismo o es el capitalismo el brazo económico del fascismo; o del Ur-Fascismo del que habla Umberto Eco; o de si este fenómeno es un nuevo “pensamiento mágico” y “nuevo romanticismo” en un mundo de fría racionalidad donde se buscan nuevos mitos y leyendas; o de si estos partidos ultras son neoliberales en lo económico; o de si Vox es una reacción contra el nacionalismo vasco y catalán, también identitario. O si esto produce una polarización en España, con el consiguiente rechazo a Abascal y a Otegi. Si esto fuera así, los extremos identitarios estarían conectados y se retroalimentarían porque todo está relacionado en esta guerra cultural. También podríamos hablar de si este “identitarismo” del pueblo es propio de él o ajeno, de la clase dominante. Si fuera lo segundo, sería un identitarismo exógeno, pero interiorizado por ese pueblo. Sea como fuere, el fenómeno de la ultraderecha ha venido para quedarse.

Un Tipo Razonable

martes, 18 de julio de 2023

EL GRAN GARROTE

El “hombre” solo reacciona, resiste o se doblega, ante una sola cosa: la violencia que cuanto más bruta es, más eficaz resulta. Las palabras, el pacífico diálogo, solo son útiles hasta el momento en el que uno de los actores decide pasar de las palabras a los hechos y agrede al otro. Entonces es cuando se miden las fuerzas.

La Humanidad no ha conocido en toda su Historia un poder semejante al que despliega en nuestros días la URSS.

Ese poderío militar se ejerce en la superficie del planeta, donde la URSS tiene más tanques que todos los demás países del mundo juntos: entre estos últimos no suman la cifra de 50.000 tanques que se reúnen en las 180 divisiones acorazadas y mecanizadas soviéticas. Eran divisiones de tres brigadas cada una. En la guerra de Ucrania solo se habla de brigadas.

El poderío también se ejerce en el mar; en su superficie y debajo de ella: la flota de alta mar soviética está integrada por 1.297 buques de combate y 377 submarinos, la más formidable potencia naval de la historia.

Los aviones de combate se acercan a los 10.000 y como sucede con las otras cifras, este número crece. Solo en aviones de caza las fábricas soviéticas producen un millar al año.

De la enciclopedia “Armamento y poder militar” de la Ed. SARPE. Son cifras de mediados los 80. Leyéndolas se comprende por qué nadie osaba molestarla.

El poder militar de la Federación Rusa es menor que el de la URSS, pero no es despreciable y aún resulta intimidatorio hasta el punto de que la “poderosa” OTAN no se involucrará en un conflicto directo. Sin contar sus fuerzas estratégicas (su armamento nuclear basado en misiles, aviones y buques), la Federación está mejor preparada para la guerra que la mayoría de los países occidentales, tanto militar como socialmente.

Habla suavemente y lleva un gran garrote, así llegarás lejos (como el de Zubi) refiriéndose a la Flota, decía el presidente Roosevelt. Mao decía que el Poder nace del fusil. Estamos hablando de políticos de primer nivel, de estadistas que sabían cómo funcionan las naciones y sus relaciones.

Los USA y sus aliados ven impotentes cómo ha surgido otro rival, la moderna China, que disputa su hegemonía mundial y que, esta vez, su poder tanto militar como económico, parece imparable. Están desesperados porque saben que China es inalcanzable y además, es prácticamente inmune a las amenazas militares. Es una nación continental que produce todo lo que necesita y que si no fuera por su gran dependencia del comercio internacional, sería inmune a un bloqueo marítimo, tan de gusto de los USA. Aun así, está potenciando su marina, construyendo portaviones, que son junto a los marines los que permiten proyectar el poder en todo el globo. Pero ya digo que es inmune a un ataque. Digamos que la OTAN desembarca en Hong Kong con unos 300 mil soldados (que ya les gustaría reunir) e intentan penetrar en China. Aparte de que serían insuficientes para conquistar China, apenas recorridos unos centenares de km tierra adentro, se verían rodeados y atacados por todos lados.

No, la China solo puede temer un bloqueo comercial a sus productos que no sería muy efectivo dado que es un país continental en el centro de Asia.

La OTAN no puede doblegar a Rusia y menos aún a China. Está en una huida hacia delante que será su ruina.

CapitanRed

martes, 4 de julio de 2023

FEMINISMO MADE IN SPAIN

No voy a hacer una lista de mujeres feministas (ya ha habido entradas al respecto), ni hablaré de la historia del feminismo y sus olas (creo que la última es la cuarta), sino que me referiré al aquí y ahora del feminismo en España. Así, el presidente Pedro Sánchez ha dicho que “tiene amigos que se han sentido incómodos con el discurso feminista excluyente de Irene Montero” y que dicho discurso feminista “es un error porque está basado en la confrontación”. Por eso critica ese feminismo “confrontador” y se inventa el feminismo “integrador”.

      Hablaba también de sus discrepancias con la ministra de Igualdad sobre la ley del “solo sí es sí” y decía que “trató de persuadirle de su error” por los efectos indeseados. Es extraño que el presidente del gobierno más feminista de la historia se quiera distanciar ahora de las “políticas feministas de vanguardia” de las que presumía, dé marcha atrás, reniegue de su ministra y diga Diego donde dijo digo. Muy hábil y maquiavélico el presidente intentando desligarse de ella ante los malos pronósticos preelectorales que hablan de un trasvase de votos del PSOE al PP y de muchos votantes de izquierdas descontentos con “las formas” de la ministra, que ahora considera radical. Por eso Pedro Sánchez ya no habla de “feminismo de vanguardia”, recoge cable, habla con voz susurrante como el Dalai Lama, se muestra humilde, autocrítico y entona el mea culpa. A alguien hay que echarle las culpas de estos malos pronósticos y nadie mejor que Irene Montero, que es el ángel caído, la víctima propiciatoria, el chivo expiatorio, la Yoko Ono del gobierno de coalición, el cabeza de turco. A moro muerto, gran lanzada; o como hacer leña del árbol caído. Por no hablar de la ínclita Yolanda Díaz, que participa gustosa en este auto de fe, defenestración y apuñalamiento de la ministra (con glamour, estilo y buenas formas, eso sí).

    Mientras esto sucede, la derecha contempla el espectáculo como una hiena hambrienta. ¡Qué malvada es la política! Como diría el pragmático Lord Palmerston, en la política no hay amigos ni enemigos, hay intereses. O lo que es lo mismo, la política es cuestión de poder y el feminismo también, porque un feminismo sin poder no es feminismo. De hecho, feminismo, poder y política van de la mano: Thomas Mann decía que “todo es política” y los griegos afirmaban que el hombre es un animal político. Y yo digo que ser mujer es asunto político.

          
En esa misma línea crítica con el gobierno se ha mostrado la activista feminista e histórica socialista Amelia Valcárcel, catedrática de Filosofía, que critica la ley del solo sí es sí y la ley trans. Algo parecido a las feministas clásicas Carmen Calvo y Lidia Falcón, que también las critican y hablan de un “borrado de la mujer”. Es obvia la bronca entre el feminismo clásico y el feminismo moderno, el de la cuarta ola, supongo. Y es que hay un cacao lingüístico e ideológico con términos como Terf (Trans Excluyent Radical Feminist), borrado de la mujer, teoría queer, ideología de género, mujeres cis o trans, modelo binario de la sexualidad, identidad sexual fluida, heteronormatividad, género autopercibido, sexo biológico, etc.

Estas discrepancias en el feminismo tienen una raíz política e ideológica: ¿es mejor el feminismo anticapitalista, marxista, ecologista, pacifista, antirracista, antiliberal y partidario de destruir el sistema social actual?, ¿es válido el feminismo burgués, liberal, no anticapitalista, no marxista y que no cuestiona el sistema social? No sé si para ser una feminista fetén hay que ser de izquierdas y anticapitalista, o las señoras aburguesadas y derechonas pueden serlo. Quizás sea que el feminismo guay es el obrero y de clase, porque el feminismo burgués es oportunista, advenedizo, falso e impostado. Lo cual nos lleva a la cuestión de si el feminismo debe ser transversal o no. Con tanto hablar de clases de feminismo, la izquierda no habla de clases sociales y lucha de clases. Otra vez el capitalismo woke, que habla del movimiento LGTBI (gaycapitalismo), nos la ha metido doblada haciéndonos olvidar lo importante: la clase obrera, de la que se habla entre poco, nada y cero patatero. Incluso la pepera María Guardiola habla más de machismo y banderas LGTBI que de que Extremadura sea la región más pobre de España y con menos renta per cápita. Y mientras tanto, la extrema derecha saca tajada de estos conflictos y muchos obreros la votan. De hecho, bastantes intelectuales se preguntan por qué la izquierda ha perdido a la clase obrera: ¿quizás porque la lucha de ciertos colectivos opaca la tradicional lucha de clases?, ¿quizás porque la clase obrera no entiende ese feminismo que va en un pack junto al ecologismo, pacifismo, socialismo, agenda 2030, animalismo, etc?, ¿quizás porque esos obreros fachipobres y votontos no lo entienden y están alienados y manipulados por los medios de comunicación?, ¿ser pobre feminista y con perspectiva de género es más “cool” que ser pobre a secas?

Nadie discute que el feminismo representa la igualdad de derechos entre hombre y mujer a pesar de sus diferencias biológicas. Hablando de biología, Simone de Beauvoir decía que no se nace mujer, se llega a serlo. Ser mujer no sería un carácter natural ni un destino biológico, sino el resultado de una construcción histórica, de la historia de la civilización que la ha creado para su estatus actual. Mientras decidimos si ser mujer es un hecho biológico, un hecho político, una construcción cultural o un producto del heteropatriarcado, ¿seguirán existiendo los departamentos de Ginecología y Urología en Medicina, la separación de vestuarios por sexo y las ligas deportivas masculinas y femeninas? Quizás la secretaria de Estado de Igualdad, Ángela Rodríguez Pam, podría darnos las respuestas.

Un Tipo Razonable