viernes, 11 de noviembre de 2022

COMPARANDO CULTURAS

En la actualidad vamos (o ya estamos) a un mundo multipolar con tres focos de poder: China, Rusia y Occidente. Esto nos lleva a plantearnos la comparativa entre estas culturas y civilizaciones. ¿Es mejor la china, la rusa o la occidental?, ¿y si no hay ninguna mejor ni peor porque todas tienen sus puntos positivos y negativos, así como ventajas e inconvenientes? Quizás esto sea cierto, por lo que el término “bárbaro”, acuñado por los griegos para describir lo extranjero, debería ser desterrado: al fin y al cabo, todas las culturas son etnocéntricas y supremacistas, porque describen la realidad bajo sus parámetros culturales.

Solemos criticar a la civilización occidental como fuente de dolor y sufrimiento para otras culturas debido a su colonialismo, hegemonía imperialista y epistemicidios culturales de la modernidad. Lo cual es cierto e irrefutable, pero, ¿es solo esto el legado de Occidente?, ¿nadie hace hincapié en sus aportaciones en pensamiento político, científico, filosófico y tecnológico? Esta crítica a Occidente es entendible, porque el ganador suele ser denostado por abusón, del mismo modo que el niño fuerte abusa de los niños débiles. Por eso es tentador pensar que este Occidente, dominante histórico desde el siglo XV, debe recibir su merecido, pagar sus culpas y redimirse de ellas. Esta es la razón por la que se ensalce a otras cosmovisiones alternativas, porque, del mismo modo que apoyamos al niño débil maltratado por el niño grande, apoyamos otras culturas que han sido maltratadas por el niño grande occidental abusón.

Por eso idealizamos otras culturas, y más si están desaparecidas. Esto me recuerda a la frase de Humphrey Bogart “vive rápido, muere joven y tendrás un bonito cadáver”. Y eso es lo que le sucedió a culturas como la cartaginesa, persa, africanas, precolombinas, de la Polinesia, etc., que murieron jóvenes, desaparecieron y dejaron un bonito cadáver civilizatorio. Cadáver que es honrado tal que culto litúrgico que idealiza la Arcadia cultural que pudo ser y no fue. Pero recordemos que, antes o después, todas las civilizaciones mueren.

Entonces, ¿podríamos hacer una comparativa justa y equilibrada entre culturas sin apriorismos, favoritismos ni sesgos ideológicos de eurocentrismo y “occidentalcentrismo”? Yo creo que sí, y del mismo modo que hay estudios de Derecho Comparado, Religiones comparadas, etc., se puede hacer una Historia comparada de las civilizaciones, un estudio comparativo entre culturas. Algo parecido a lo que hicieron los intelectuales de la Ilustración como Montesquieu y Voltaire. Y posteriormente Max Weber, Oswald Spengler, Augusto Comte, Arnold Toynbee y otros. Así, Spengler creía que las civilizaciones, como cualquier organismo vivo, nacen, crecen, llegan a su apogeo, a su decadencia y mueren. Toynbee creía que las civilizaciones se desarrollan según sus “minorías creativas” respondan a los desafíos o crisis que amenazan a la sociedad. Y si se agotan estos ciclos de reacción ante las crisis, entran en decadencia. Para Comte, todas las civilizaciones pasan por tres fases históricas: la mágico-mítica, la filosófica y la técnico-científica. Marx tiene una visión determinista de la historia, según la cual cualquier sociedad tiene tres fases: la sociedad antigua, la sociedad feudal y la sociedad capitalista. La cuarta y última sería la etapa del socialismo, a la que se llegaría de forma inevitable con el triunfo del proletariado sobre la burguesía. Max Weber relaciona el desarrollo de cada civilización con su religión y en el caso de Occidente, lo relaciona con su racionalismo, el desarrollo de la ciencia, la matemática y la sistematización en la administración del estado. Samuel Huntington creía que las civilizaciones están llamadas a estar en conflicto y Francis Fukuyama decía que dicho conflicto ha desaparecido porque ya no hay lucha entre ideologías ante el triunfo del libre mercado y el liberalismo democrático. Pero todos sabemos que esto del pensamiento único y el fin de la historia es un cuento chino.

Así pues, podríamos hacer algo parecido a lo que han hecho estos autores, pero con criterios más científicos y menos sociológicos, filosóficos e históricos. Comparar culturas con ciencia pura y matemática, con el rigor de los números fríos, la exactitud de los datos matemáticos y la precisión de la estadística. Algo parecido a las revisiones sistemáticas y metaanálisis en ciencia, que tienen la máxima evidencia científica. Aunque en historia, sociología y filosofía esto es difícil, porque no es fácil aplicar el método científico, basado en las matemáticas, a las humanidades. Y de hecho, Karl Popper decía que el método científico no vale para verificar una hipótesis ni para determinar si una hipótesis es probable. También decía que la verdad no existe y una teoría nunca es verdadera, sino la mejor que tenemos en un momento dado. No obstante, pasemos de Popper y hagamos un intento de estudio comparado de culturas mediante el método científico.

Para la investigación en ciencia, lo primero es definir el fenómeno a estudiar, en este caso las distintas culturas o civilizaciones. Después hay que determinar sus variables (caracteres o aspectos del fenómeno). Por ejemplo, ordenamiento jurídico, ética social, tecnología, bienestar social, índice de satisfacción de la población, renta per cápita, servicios sociales, infraestructuras, educación, sanidad, derechos, libertades, etc. Como algunas variables no serían medibles, podríamos transformarlas en otras medibles, como niveles de hormonas “de la felicidad” (dopamina, oxitocina, serotonina y endorfina), esperanza de vida, número de suicidios, etc. Después, habría que definir el tipo de estudio, que podría ser transversal (en un punto del tiempo) o longitudinal (a lo largo de la historia). Después haríamos una Estadística: parámetros (media, moda, mediana, desviación estándar, percentiles, etc.), estadísticos (fórmulas para calcular parámetros), tests de significación, tabla de resultados y representación gráfica de estos resultados (diagramas de sectores, de barras, de líneas, etc.).

Podríamos empezar comparando la cultura persa y griega y confrontando sus filosofías: el zoroastrismo, maniqueísmo y mazdakismo versus las escuelas filosóficas griegas. O comparar a Mitra y Zoroastro con los dioses griegos. O comparar si con Ciro y Jerjes el pueblo vivía mejor que con Pericles y compañía. De mismo modo, podríamos continuar con las culturas cartaginesa y romana y comparar los dioses Baal y Astarté con los dioses del panteón romano. O comparar sus tecnologías, viendo así que la flota y comercio marítimo de Cartago eran superiores a los de Roma en un principio. Pero Roma fue superior en obras públicas y construcción de calzadas e ingeniería. En agricultura eran superiores los cartagineses, siendo quienes primero explotaron los cereales, viñedos, frutales y olivares. Pero comparando sus filosofías, Roma sale ganando, porque su pensamiento fue más pragmático que teórico, además de ecléctico.

Podríamos comparar también el Islam con Occidente. Durante la Edad Media, el Islam fue superior en pensamiento y ciencia: la llamada “Edad de Oro del Islam” o “Ilustración islámica”, hasta el siglo XV. En esta época fueron más avanzados que Occidente en filosofía, tecnología, cartografía, navegación, ingeniería, artes, agricultura, etc. Por eso estamos en deuda con los Abulcasis, Avicena, Maimónides, Averroes, Al Juarismi, etc. Veríamos que se quedaron estancados a partir de entonces y que no fueron las cruzadas y sus guerras con Occidente quien más les fastidiaron, sino los mongoles (destrucción de Bagdad y sus bibliotecas durante las invasiones mongolas). Observaríamos los intentos de revertir esta situación, como la revolución que hizo Gamal Abdel Nasser (panarabista y socialista), la de Mustafá Kemal Atatürk (modernizador del Islam Turco) y las primaveras árabes. Podríamos imaginar un escenario en el que el Islam hubiera ganado en Poitiers, el Al-Ándalus hubiera permanecido en España, el Islam hubiera ganado en Lepanto, y Solimán el Magnífico hubiera conquistado Viena. En este caso, Europa sería Eurabia, USA tendría cultura islámica y Occidente sería musulmán.

Podríamos comparar ideologías, como el comunismo. Así veríamos que durante décadas la ciencia y el pensamiento de la URSS y países comunistas estuvieron a la par que los de Occidente. Y podríamos imaginar su pervivencia en un “comunismo 2.0” o “comunismo bis” si los mencheviques de Yuli Mártov hubieran ganado a los bolcheviques en el segundo congreso del POSDR. O si hubieran pervivido los gobiernos de Piotr Stolypin o Kerenski. O un comunismo en el que el sucesor de Lenin hubiera sido Trostsky y no Stalin, con la ventaja de evitar las purgas que este hizo en los cuadros dirigentes del PCUS, y así evitar las posteriores épocas de deshielo (Jrushchov), inmovilismo (Brezhnev) y deconstrucción (Gorbachov).

O la comparación con China, cuyo comunismo, tras su revolución a partir de 1978 con Deng Xiaoping, evolucionó a un socialismo de mercado. Observaríamos que China ha alcanzado a Occidente en tecnología y economía, que su PIB igualará o superará al de USA en pocos años y que es el mayor poseedor de deuda pública estadounidense. Y que el estado y el PCCh sustituyen a la oligarquía financiera tradicional y burguesía.

Habría muchas más comparaciones posibles con otras culturas: la japonesa, india, precolombinas (azteca, maya, inca), africanas, etc. También podríamos comparar revoluciones: la inglesa (Oliver Cromwell), francesa (estatista y burguesa), americana (antiestatista y liberal), japonesa (revolución Meiji), rusa (estatista y proletaria), turca (nacionalista), etc.

Mi conclusión:

Es difícil asegurar qué cultura es mejor o peor, porque hay cosas que la fría ciencia y la exacta matemática no miden: la felicidad y el bienestar del ser humano, del pueblo, de la gente. Además, en cada cultura las ideas cambian y evolucionan según la teoría de “la ventana de Overton”, que nos dice que estas ideas son aceptables o no en función de la evolución de la opinión pública y los cambios sociales.

Como decía U2, “todavía no he encontrado lo que estoy buscando”. O parafraseando a Proust, seguimos “a la búsqueda de la cultura perdida”. Será que no existe la cultura ideal y perfecta, porque el ser humano es un ser histórico que, al hacer historia, hace cultura: las culturas de las distintas tribus. Y todas imperfectas.

Un Tipo Razonable