domingo, 29 de junio de 2025

RELATOS AMARILLOS: LA NARRATIVA CHINA

La historia del mundo se cuenta con relatos hegemónicos, pero Occidente ya no tiene el control de la narrativa porque hay otros discursos alternativos en un mundo multipolar. Mientras llega la caída de Occidente, las narrativas marxista y antisistema siguen vigentes, la del Islam está ahí, pero ¿y la de China? Pues parece que triunfa y está de moda tras su éxito económico desde el tristón maoísmo hasta el actual híbrido entre marxismo, mercado y filosofías orientales. Si los chinos viven bien y tienen el estómago lleno, ¿deberían importarles las cuestiones ideológicas si las económicas funcionan? Parece que no, dado su inteligente pragmatismo.

Siempre fui algo orientalista: desde chaval me atraía Oriente y su exotismo, me gustaban los samuráis, el Japón feudal, el del XIX con su revolución Meiji y el del XX tras sobreponerse a su derrota en la IIGM. Hacía algo de yoga, me atraían las artes marciales y siempre me gustó el sushi y el arroz tres delicias. Así que era pro Oriente desde siempre, no como los “modelnos” admiradores de la China actual, que parece que han descubierto el agua fría, el Mediterráneo y el hilo negro.

Estos conversos prochinos sobrevenidos desconocían China hasta hace un cuarto de hora, pero ahora son expertos sinólogos. Quizás sea porque apoyan todo lo antioccidental: por eso les gusta China (no Japón, demasiado occidentalizado), Rusia (aunque es también Occidente), Irán y los países BRICS, que ya está bien del imperialismo occidental, blanco, cristiano, heteropatriarcal y tal. Estos fans new wave de China han encontrado una nueva alternativa tras quedarse huérfanos de los referentes clásicos de la URSS. Y esa nueva alternativa es la deslumbrante China del comunismo de mercado, cuadratura del círculo y fórmula perfecta para terminar con luchas ideológicas y conciliar lo irreconciliable: marxismo y capitalismo. Algo así como un Rockefeller vestido con mono obrero leyendo el manifiesto comunista o un Marx con traje de Louis Vuitton en Lamborghini: el eclecticismo chino no deja de sorprendernos.

El Occidente del siglo XXI está fatigado y las filosofías chinas del taoísmo, confucianismo y budismo pueden ser un buen antídoto para los males occidentales de insatisfacción social, inestabilidad política, decadencia cultural y ruido. El taoísmo ofrece fórmulas novedosas… desde hace miles de años: a veces los remedios tradicionales superan el postureo de la moderna tecnología y la rabiosa actualidad. Conceptos como armonía, flujo, conexión con la naturaleza, wu wei, silencio y paz interior suenan a música celestial para los occidentales afectados de estrés, ansiedad y enfermedades sicológicas. Quizás el Tao Te Ching sea un buen libro de autoayuda y Lao-Tse pueda alcanzar el estatus de influencer, quien sabe. Hablando de Lao-Tse,  dijo una frase interesante: “el que domina a los otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es poderoso”. Y China se está dominando a sí misma. Otra línea filosófica sería el Confucianismo, que habla de virtudes personales, ética individual, armonía social y respeto a tradiciones y relaciones jerárquicas, aunque esta idea de jerarquía y tradición podría chirriar a algunos izquierdistas. El Budismo cierra la tripleta filosófica china y sus ideas de compasión, superación del sufrimiento, nirvana y meditación suenan bien. Además, un Buda obeso y asiático queda mejor que un Jesús blanco, fitnes y niquelado: la diversidad y heteronormatividad woke de los cuerpos, supongo.

Así que ya tenemos una alternativa política y social al viejo, decadente y agotado Occidente.  Solo queda resolver algunas contradicciones, como que se alabe la energía nuclear china al mismo tiempo que se dice “¿Nuclear? ¡No, gracias!”: obviamente el átomo chino es progresista y ecológico mientras que el átomo occidental es contaminante e imperialista. O que se fomente la Agenda 2030 en Occidente y China se la pase por el forro.  Ídem de la ideología LGTBIQ+, que parece que no llega a la Muralla china. O ser independentista en España y unionista con Taiwán. O que se critique la ley mordaza aquí y se calle ante la mordaza política allí. O que se luche por menos horas laborales y se calle ante las jornadas laborales maratonianas en China. O que se pida más derechos y libertades aquí mientras que el PCCh no está por la labor. Debe ser porque los baizuo occidentales están acostumbrados al sistema parlamentario y diversidad ideológica, mientras que a los chinos les va el partido único y el pensamiento ídem.

Quizás la redención de Occidente esté en hacernos seguidores del Tao, Confucio y Buda, para fluir con el universo y estar en armonía…con Xi Jinping y el PCCh. Mientras tanto, conformémonos con escuchar a los China Crisis y a Bowie con su China Girl. O al grupo heavy chino Tang Dynasty, que no parece muy taoísta. A ver si surgen pronto los Rolling y los Beatles chinos. Sería la venganza perfecta después del resentimiento chino tras el “siglo de las humillaciones” por parte de Occidente. Y, además, Hollywood podría hacer la película Fu Manchu's come back.


Un Tipo Razonable