jueves, 30 de marzo de 2023

TODAVÍA NO HE ENCONTRADO LO QUE ESTOY BUSCANDO

Como dice la canción de los U2, casi todos los seres humanos buscan algo. Quizás ese algo que buscamos está en las ideologías, que nos dan respuestas. Es duro vivir sin ellas, porque nos explican la realidad y el mundo. Que una ideología explique el mundo no quiere decir que sea cierta, sino que esa explicación nos convence y nos gusta. Esto es suficiente y nos basta, porque el cerebro humano no busca la verdad, sino sobrevivir, y si para sobrevivir necesitamos mentirnos, pues adelante. Por eso la razón se supedita a la emoción y somos más emocionales que racionales, hecho bien conocido por ideólogos y comunicadores que transmiten su ideología utilizando el neuromarketing, marketing emocional y “storytelling”, en los que se trabajan las emociones y se crean historias afectivas, creíbles y consumibles. Estas historias emocionales (relatos, narrativas), pasan directamente al tálamo y amígdala sin que procese el lóbulo frontal: ir directo a las emociones y evitar que se piense mucho (primero sentimos y después pensamos). O como ir derechito al sistema límbico evitando pasar por la corteza prefrontal, no vaya a ser que nos dé por pensar de forma independiente y crítica y fastidiemos el trabajo del ideólogo de turno, que sabe que ideología y emoción van de la mano en el binomio “ideas simples-emociones fuertes”.

El filósofo francés Jean-François Revel dice que el gran enemigo del ser humano en el pasado era la ignorancia y ahora es la mentira. También dice que esa mentira es la primera fuerza que gobierna el mundo, a pesar de los avances científicos. Esto sucedería porque la ideología enturbia la verdad, los intelectuales tergiversan los hechos para adecuarlos a su ideología y los medios y gobiernos confunden a la opinión pública. Esta opinión pública dispone hoy de máxima información, pero en gran número de casos esa supuesta información es desinformación sustentada sobre la ideología de los informadores. Esta sería la razón de la vigencia de las fakes news y posverdad, porque se confunde información con opinión, lo vivido con lo pensado y la realidad con las ideas. Revel reclama algo muy simple: el regreso a los hechos. Habla de Intelectuales que construyen el mundo desde la teoría, lo que conduce a distorsionar los hechos para que coincidan con esa teoría. Es la resistencia a la información, porque la ideología proporciona impermeabilidad a dicha información mediante su ropaje ideológico.


En muchos casos la ideología no depende de la distinción de lo verdadero y lo falso, sino que es una mezcla de observaciones de hechos parciales seleccionados por necesidades de la causa, medias verdades, apriorismos, juicios de valor pasionales y manifestaciones de fanatismo y no de conocimiento. Así, el poder de la ideología sería religioso, mesiánico y redentor, estando más relacionado con profetas, gurús y salvadores que con sabios. Esto le sucede al ideólogo que se sitúa por encima del bien y de la verdad, porque él mismo es fuente de verdad y de bien. Por eso no importa que la ideología sea intolerante, contradictoria e incapaz de explicar los hechos que la contradicen y sus repetidos fracasos, por lo que estos fracasos no la inducen a la autocrítica, sino a radicalizar su aplicación. Esta radicalización puede llegar al extremo de poner la ciencia al servicio de la ideología en vez de someter la ideología al control de la ciencia. Todo sea por cumplir esa misión ideológica, que puede llegar incluso a apartarse de todo examen crítico. De ahí la impotencia de la ciencia para contrarrestar la ideología, llegándose al extremo de la utilización ideológica de la biología, psiquiatría, lingüística, etc., que no dependerían del tribunal de la exactitud, porque eso sería dar explicaciones a un cientificismo obtuso y manipulador. Este alejamiento de planteamientos científicos acerca la ideología a la consideración de religión, con su correspondiente corpus doctrinal, dogmas, liturgia, ritos y santoral laico. Y del mismo modo que hay herejías y escisiones en las religiones, las hay en las ideologías, llegándose a guerras culturales e ideológicas como ha habido guerras religiosas. Hablando de guerras, las más salvajes y furibundas son las intestinas dentro de una misma ideología, como las actuales guerras por el feminismo en la izquierda, mientras el sector derechuzo observa el espectáculo sorprendido y comiendo palomitas.

Todo lo anterior explica fenómenos como la sentimentalización e infantilización de la sociedad (pensamiento Alicia, pensamiento Walt Disney, pensamiento simple), la polarización política, la indignación sistemática de los que viven ofendidos en una sociedad de sentimientos y emociones low cost, la reescritura de obras literarias “políticamente incorrectas”, la reescritura de la historia en una neohistoria alternativa, los canceladores profesionales que etiquetan e insultan a los discrepantes y los líderes de lo políticamente correcto que nos dicen qué está bien y qué está mal.

Como ejemplo límite de ideologías, hagamos una caricatura extravagante y bizarra de dos extremos ideológicos ante un mismo hecho: España. Es grotesca y un poco salvaje, pero hoy me apetece el salvajismo de Bukowski.

ESPAÑA: Un país franquista y fascista (versión izquierda guay)
La historia española es una cagada, un error, una mentira asquerosa y una burda manipulación, porque España es un invento artificial, por no decir una mierda pinchada de un palo y caca de la vaca. Tras el franquismo, el cuento chino de la “modélica transición”, el régimen del 78 y la “demosgracia”, España es un estado franquista, fascista y capitalista de flamenco, toros, curas, guardias civiles y jueces franquistas. Ah, y de camareros, chiringuitos, tapas, cañas y olé. España es un estado fallido cuyas estructuras hay que demoler para liberar a los pueblos oprimidos por ella, salvar al proletariado y empezar de cero. Y por eso cuanto antes termine esta anomalía histórica, mejor. ¡Viva la República Revolucionaria de los Pueblos Ibéricos! ¡Muera España! ¡Colguemos de los huevos a los fascistas y capitalistas!

ESPAÑA: Un país cojonudo y civilizador (versión derecha cañí)
“Semos” los mejores y “a por ellos, oé, oé,”. La historia de España es una maravilla y una suerte para la Humanidad, porque la iluminó y evangelizó en una gesta civilizatoria. Somos una unidad de destino en lo universal, mantenemos prietas las filas y nuestras escuadras van recias y marciales. Y por eso el glorioso Alzamiento Nacional nos salvó del diablo bolchevique y las hordas rojas como los gloriosos Reyes Católicos nos salvaron del infiel sarraceno en la gloriosa Reconquista iniciada por el insigne Don Pelayo. Nuestra cruzada civilizatoria perdura en la Hispanidad, ejemplo evangelizador de aquellas tribus paganas de indios en taparrabos. Menos mal que nos queda Vox y la derechita cobarde del PP para mantener la sacrosanta unidad de la Patria ¡Arriba España, hostias! ¡España una, grande y libre! ¡Mueran los rojos y bolcheviques!

Entre estas dos posturas extremas se encuentran los tibios, flojos y equidistantes que dicen “en el centro está la virtud”. Estos son los peores, los de extremo centro, esos cobardes que ni frío ni calor, ni arriba ni abajo, ni dentro ni fuera, esos contemporizadores de los cojones que nadan y guardan la ropa. Esos de los que hablaba Machado cuando decía que “una de las dos Españas ha de helarte el corazón”. Y Clara Campoamor, una izquierdista republicana traidora que decía que “España en la guerra civil estaba condenada a caer bajo la dictadura militar o la dictadura del proletariado”. Y Unamuno, un pichafloja que no se aclaraba cuando hablaba de “los Hunos y los Hotros”. Y Adolfo Suárez, otro chulopiscinas que hablaba de posibilismo y pragmatismo. Definitivamente, los peores son esta patulea de maricones, tibios, equidistantes y flojos, porque se creen pragmáticos y conciliadores, pero son cobardes. Entre dos tierras están, que dirían los Héroes del Silencio, pero están en Babia.


En el supermercado de las ideologías hay muchas disponibles. 
Se puede elegir la que mejor se adapte a nuestras necesidades. 
Como decía el anuncio, “busque, compare y compre”. Es el mercado, amigo.

Un Tipo Razonable