Hace ya algunas décadas, un pensador canadiense nos mostró los grandes cambios que las nuevas tecnologías de la comunicación introducían en la forma de pensar del ser humano. Se llamaba Herbert McLuhan (1911-1980). Su aforismo "el medio es el mensaje" se popularizó sin que llegáramos a discernir su alcance revolucionario en los esquemas de investigación que hasta entonces se utilizaban para establecer el significado de los procesos comunicativos en la historia humana. "El medio es el mensaje" viene a decir que, si los artefactos de la comunicación son prolongaciones de los sentidos del ser humano, su forma tendrá que incidir en las maneras de percibir y construir el mundo y el conocimiento.
Décadas más tarde, un médico estadounidense, Leonard Shlain, en su libro El alfabeto contra la Diosa (2000) recogió el testigo del pensador canadiense y lo aplicó para responder a una cuestión que él no había considerado en sus escritos. Shlain se hizo la misma pregunta que muchos se habían estado haciendo durante los últimos cien años, principalmente desde el feminismo: A qué era debida la caída en desgracia del poder femenino a lo largo de la historia (sobre todo en Occidente) arrinconado y suplantado por el patriarcado y la misoginia, es decir, qué mecanismo se puso en marcha para que la "diosa" hubiese caído de su pedestal y fuera sustituida por el absoluto poder de dioses masculinos, que supuso un cambio de paradigma en la forma de aprehender, entender y explicar la realidad humana, que afectó a su historia y a su epistemología. Y la respuesta que encontró fue, además de novedosa, sorprendente: La causa, si no del establecimiento, sí del refuerzo del patriarcado fue posible gracias a un instrumento que hemos considerado siempre una de nuestras más loadas marcas de progreso humano: La escritura.
Apoyándose en los estudios de Roger Sperry, en los cuales demostró la lateralidad del cerebro humano, según la cual, el cerebro utiliza la parte derecha por su capacidad de síntesis y simultaneidad para percibir imágenes y la parte izquierda -soporte del lenguaje- para el análisis y la abstracción, Shlain consideró que, si a esa oposición entre palabra e imagen, entre hemisferio izquierdo y hemisferio derecho, puede hacérsele corresponder la oposición masculino/femenino, eso explicaría cómo el dominio de lo masculino está asociado con el poder de la escritura, del pensamiento lineal, lógico y racional que ha preponderado en nuestra cultura durante más de 5.000 años.
Esta es pues, su hipótesis principal: La aparición de la escritura contribuyó a sobredimensionar un modo de percibir la realidad, de observarla, de analizarla, de entenderla que reforzó unas formas culturales y debilitó otras. Y esas formas culturales coinciden con lo que se han considerado siempre valores masculinos..
Shlain demuestra a partir de una extensa documentación que, a lo largo de la historia, las distintas sociedades eran tanto más patriarcales cuanto más alfabetizadas estaban y, al contrario, en épocas en que en esas mismas sociedades decaían la escritura y la alfabetización, el dominio patriarcal disminuía. Estos vaivenes cíclicos terminaron -al menos en Occidente- con la aparición de la imprenta, hace 500 años. En efecto, el reinado de la imprenta y la palabra escrita en la cultura occidental reforzaban unas formas de pensar asociadas a la linealidad, la secuencialidad, la abstracción, el razonamiento lógico, la figura más que el fondo. Actividades que se corresponden además con las funciones principales del hemisferio izquierdo del cerebro. El cambio de paradigma en la forma de pensar y percibir la realidad que supuso la imprenta y el dominio de la palabra escrita en la transmisión del conocimiento no fue producto tanto de los contenidos que se transmitían a través de la escritura (mensaje) sino de la forma en que se presentaban (medio).
Unido a todo esto, Shlain se detiene también en la crisis de los valores de la Ilustración, del racionalismo, de la modernidad, en definitiva, de la escritura, que han preconizado diversos pensadores a lo largo del s. XX (desde Freud a la Escuela de Frankfurt) y lo relaciona con la aparición de las tecnologías, primero de la radio y la televisión y hoy de la informática y las telecomunicaciones. Estos nuevos artefactos de comunicación reforzarían el dominio de la imagen sobre la palabra, de lo acústico, lo global, lo simultáneo, el fondo sobre la figura, es decir, las habilidades del hemisferio derecho, con lo que se daría otro cambio de paradigma por el cual la supremacía de la forma de pensar predominantemente masculina disminuiría en beneficio de un nuevo pensar en femenino..
La pregunta que debemos hacernos es, pues, si esta crisis de valores de la modernidad, heredera del racionalismo y la Ilustración y, junto con ella, la decadencia de la escritura, de la palabra escrita, en beneficio de otras formas de comunicación más holísticas, ha de verse en negativo o como una oportunidad para restablecer el equilibrio entre dos formas de aprehender la realidad e interpretarla -la masculina y la femenina- y, junto con él, restablecer también el equilibrio de una sociedad que hace mucho tiempo que escora de manera dramática hacia una dirección: La del colapso de la humanidad que, además, puede arrastrar con él al resto de la naturaleza con la que comparte el planeta.
Por cierto, es llamativo que la editorial haya descatalogado el libro, no se encuentre por ninguna parte -ni en PDF- y las páginas de la web en las que aparece a la venta lo tengan todas "agotado" o "no disponible en stock".
𝕸𝖆𝖑𝖊𝖋𝖎𝖈𝖆𝖊