lunes, 18 de noviembre de 2024

DIÁLOGOS, MONÓLOGOS Y FRONTONES

Hace poco oí en la radio a un locutor que ensalzaba las virtudes del diálogo en el Parlamento, que se supone que tiene ese nombre porque es el lugar idóneo para parlamentar: la sede parlamentaria. El susodicho locutor soltaba los tópicos de la dialéctica, la mayéutica (gran palabro, pardiez), los griegos como inventores del diálogo, etc. Y pensé que alguien debería decir a este pobre hombre que en España, hoy polarizada, somos más de soltar monólogos, ladrillazos, speechs, mítines y arengas mientras descalificamos, ridiculizamos y humillamos al contrario. Algo parecido a lo que hacemos en el Blog, aunque aquí somos más pedestres con los zascas: quizás los señores parlamentarios hacen lo mismo, pero con traje y corbata.

He escuchado a Juan José Millas hablar de “diálogo y tender puentes con el adversario” y leído una entrevista a Pérez Reverte en la que dice que “el problema de hoy en España es que nadie ve una virtud en el bando enemigo”. Ambos escritores, uno de derechas y otro de izquierdas, comparten el mismo diagnóstico chungo sobre el diálogo en España. Sea como sea, nos cuesta reconocer las virtudes del contrario ideológico y dialogar con él: los españoles no somos de mucho diálogo, parece.
Poniéndonos en plan “libro gordo de Petete”, la primera condición de un buen diálogo sería saber escuchar. Otros requisitos serían el respeto por el otro, capacidad crítica (y autocrítica), humildad (pensar que el otro puede tener razón), tolerancia (cualidad escasa), empatía (más escasa aún), sinceridad, imparcialidad y cordialidad. Siendo naifs, la finalidad de un buen diálogo sería la búsqueda de la verdad. Pero esto no es lo frecuente en un mundo en el que la mentira, los bulos, las fake news y la manipulación en la comunicación son moneda corriente.

El binomio diálogo-verdad ha sido sustituido por el binomio comunicación-mentira: lo que prima en la sociedad moderna es la comunicación de relatos y narrativas, no el diálogo. Quizás este cambio de paradigma se deba al triunfo de la ideología, considerada casi como religión, sobre otras valoraciones. Por eso Sylvain Timsit habla de sus “10 estrategias de manipulación mediática” para el control social por los medios de comunicación. Así que no se busca el diálogo y la verdad, sino comunicar relatos y narrativas: es el triunfo de la propaganda sofisticada y sibilina basada en el “neuromarketing, marketing emocional y storytelling”. Se trabaja en las emociones y se crean historias falsas que pasan directamente al tálamo y amígdala sin que procese el lóbulo frontal. O sea, mentiras, fakes y bulos en un mundo donde el límite entre la verdad y la mentira es cada vez más difuso y triunfa la posverdad.
La búsqueda de la verdad mediante el diálogo ha sido sustituida por la comunicación y el activismo de los relatos porque eso es la postmodernidad, la psicopolítica y el lavado de cerebro. Esa postmodernidad que nos trae la deconstrucción sistemática de los paradigmas tradicionales y el abandono de las verdades sólidas, con lo que llegamos a una realidad troceada en universos fragmentados y microrrelatos impregnados de individualismo, incertidumbre y subjetividad. En la sociedad postmoderna actual ya no son posibles los grandes relatos de la modernidad, como el comunismo, el liberalismo, el fascismo, el anarquismo etc., por lo que la verdad estaría conformada por pequeños microrrelatos o metanarrativas, con las consiguientes incredulidad y escepticismo sociales. Por eso en el mundo actual todo es incertidumbre, individualismo y subjetividad: es el pensamiento líquido y débil de Bauman y Vattimo , que hablan de superar el pensamiento fuerte y sólido de las grandes verdades filosóficas e históricas. Por eso Deleuze no veía al filósofo como buscador de la verdad sino como inventor de nuevos conceptos y nuevas palabras: un artesano creador (Foucault dice lo mismo cuando habla de crear una neolengua para nuevas verdades). Yo añado que se buscan nuevas palabras para nuevas mentiras bien narradas. Por eso Ricoeur decía que identidad social está constituida de forma narrativa y Foucault que no hay conocimiento objetivo, sino epistemes o sistemas de conocimiento creados por grupos de poder.

Si el hombre moderno pierde la capacidad de dialogar con espíritu crítico para acercarse a la verdad, será presa fácil de comunicadores creativos, narradores cuentistas y embaucadores imaginativos. Así que rebelémonos contra esos comunicadores mentirosos y expertos en neuromarketing, no nos traguemos sus narrativas de forma pasiva, pensemos, dialoguemos con el distinto y no seamos un frontón contra el que rebotan ideas novedosas. Es mejor jugar al tenis de las ideas que al frontón monolítico de nuestra zona de confort: quizás no lleguemos a la verdad absoluta, pero estaremos más cerca de ella, entenderemos al otro y nos sentiremos mejor. Y así, mediante ese diálogo crítico, seremos inmunes a las guerras cognitivas y psicológicas que quieren ganar nuestras mentes y nuestros corazones mediante los monólogos de la propaganda y la posverdad■

Y tú?
¿dialogas o sueltas tu monólogo?
¿escuchas al otro o comunicas tu relato?


Un Tipo Razonable