Es un aparato que te mete el mundo en el salón de casa y así, mientras cenas tranquilamente, puedes informarte o/y entretenerte. Su programación nunca es inocente pues siempre hay una intención más o menos oculta de crear opinión y de, más que engañar, “llevarte al huerto”. Su eficacia a la hora de “programar las mentes” es muy grande y por ello los poderosos son dueños de todas ellas.
Pero siempre, sin querer, muestran las carencias del sistema.
Como muchas veces, esa circunstancia ya apareció en Los Simpson; en uno de los últimos capítulos (donde aparecen los personajes en el futuro), Ralph, el hijo discapacitado mental del jefe de policía (otra lumbrera) está sirviendo a su patria en el Ejército. Pero también en la serie Dos hombres y medio, el chaval, otro tarugo, acaba de cocinero en el Ejército. Y es que no tienen otra opción, es empuñar el fusil/porra o la pala.
En España me temo que el panorama es el mismo: en las Fuerzas de Seguridad del Estado ingresan o bien por endogamia o por incapacidad para hacer un trabajo cualificado.
Recuerdo una anécdota de cuando tenía 18 años. Íbamos tres amigos desde Frías a Miranda de Ebro, en un Simca 1000 color verde aceituna, cuando nuestra queridísima Guardia Civil nos paró a la altura de la presa de Sobrón. Llevábamos en la guantera unos 100 gramos de mariguana envueltos en papel de albal; cuando vi que el guardia abría la guantera, yo pensaba en tirarme al embalse. Pero resulta que el memo cogió un espray que había encima de la maritxu, lo agitó y lo volvió a dejar en su sitio. “Venga, continuar”. El coche no arrancaba y empezamos a empujar. Oí cómo decían: “si no arranca les registramos a fondo". Arrancamos cuesta arriba...
Sí, las televisiones también son un reflejo de la sociedad y -como digo-, sin querer, enseñan las vergüenzas de la misma. Los concursos talent show son la mejor muestra de cómo el sistema te humilla siempre que lo desea; ni siquiera necesita que compitas con otra gente aunque la norma es que lo haga, le basta con que te esfuerces mucho y les hagas el trabajo gratis, un trabajo que antes hacía un profesional; cobrando, claro. Ahora no sé si les dan un bocadillo de chopped y el juego del concurso. Los concursos también muestran el bajo nivel cultural que hay en la sociedad; salvo excepciones como Saber y ganar, las preguntas suelen ser de traca y las respuestas de vergüenza.
La miseria y la ignorancia son letales para las democracias pues permiten acceder -más bien, abren el camino- al poder a oportunistas tipo Ayuso o Milei que, precisamente por su cortedad mental, solo pueden ser fascistas. Nos traen el pack completo ■