lunes, 1 de enero de 2024

ES LO QUE HAY

Me habéis llamado la atención porque dedico mucho tiempo a ver la tv., pero ¿quién no la ve?

Es un aparato que te mete el mundo en el salón de casa y así, mientras cenas tranquilamente, puedes informarte o/y entretenerte. Su programación nunca es inocente pues siempre hay una intención más o menos oculta de crear opinión y de, más que engañar, “llevarte al huerto”. Su eficacia a la hora de “programar las mentes” es muy grande y por ello los poderosos son dueños de todas ellas.

Pero siempre, sin querer, muestran las carencias del sistema.

Un ejemplo es la noticia de que el Ejército de los EE.UU. está preocupado por el bajo nivel cultural de sus reclutas; vamos, que apenas distinguen su mano derecha de la izquierda. De los oficiales no dicen nada pero yo no me haría muchas ilusiones sabiendo cómo algunas “élites” consiguen sus títulos académicos.

Como muchas veces, esa circunstancia ya apareció en Los Simpson; en uno de los últimos capítulos (donde aparecen los personajes en el futuro), Ralph, el hijo discapacitado mental del jefe de policía (otra lumbrera) está sirviendo a su patria en el Ejército. Pero también en la serie Dos hombres y medio, el chaval, otro tarugo, acaba de cocinero en el Ejército. Y es que no tienen otra opción, es empuñar el fusil/porra o la pala.

En España me temo que el panorama es el mismo: en las Fuerzas de Seguridad del Estado ingresan o bien por endogamia o por incapacidad para hacer un trabajo cualificado.

Recuerdo una anécdota de cuando tenía 18 años. Íbamos tres amigos desde Frías a Miranda de Ebro, en un Simca 1000 color verde aceituna, cuando nuestra queridísima Guardia Civil nos paró a la altura de la presa de Sobrón. Llevábamos en la guantera unos 100 gramos de mariguana envueltos en papel de albal; cuando vi que el guardia abría la guantera, yo pensaba en tirarme al embalse. Pero resulta que el memo cogió un espray que había encima de la maritxu, lo agitó y lo volvió a dejar en su sitio. Venga, continuar. El coche no arrancaba y empezamos a empujar. Oí cómo decían: si no arranca les registramos a fondo". Arrancamos cuesta arriba...

Sí, las televisiones también son un reflejo de la sociedad y -como digo-, sin querer, enseñan las vergüenzas de la misma. Los concursos talent show son la mejor muestra de cómo el sistema te humilla siempre que lo desea; ni siquiera necesita que compitas con otra gente aunque la norma es que lo haga, le basta con que te esfuerces mucho y les hagas el trabajo gratis, un trabajo que antes hacía un profesional; cobrando, claro. Ahora no sé si les dan un bocadillo de chopped y el juego del concurso. Los concursos también muestran el bajo nivel cultural que hay en la sociedad; salvo excepciones como Saber y ganar, las preguntas suelen ser de traca y las respuestas de vergüenza.

La miseria y la ignorancia son letales para las democracias pues permiten acceder -más bien, abren el camino- al poder a oportunistas tipo Ayuso o Milei que, precisamente por su cortedad mental, solo pueden ser fascistas. Nos traen el pack completo ■

C a p i t a n R e d